Se necesita con urgencia un «Pacto Azul» mundial para proteger e invertir en nuestro océano

Un informe de la UNCTAD destaca las oportunidades que el océano ofrece a los países en desarrollo y propone un nuevo rumbo para el uso sostenible de los recursos marinos.

© Shutterstock/Borkin Vadim | Trabajadores preparan pescado para enlatarlo.

 

El océano ofrece a los países en desarrollo enormes oportunidades para construir economías más innovadoras y resilientes.

Pero el cambio climático, la contaminación y la sobrepesca amenazan esas oportunidades y los medios de subsistencia de unos 3 mil millones de personas que dependen del océano para obtener alimentos e ingresos.

El Informe sobre el Comercio y el Medio Ambiente 2023 de la UNCTAD, publicado el 8 de mayo, analiza la economía mundial de los océanos – de un valor estimado entre 3 y 6 billones de dólares – y examina como la actividad humana y las múltiples crisis mundiales han afectado a diferentes sectores oceánicos, como la pesca, el marisco, el transporte marítimo y el turismo costero.

El informe, presentado en el tercer Foro de Comercio de las Naciones Unidas, aboga por un «Pacto Azul» global en materia de comercio, inversión e innovación para utilizar de forma sostenible nuestro océano, el cual alberga el 80% de la vida. Se basa en las recomendaciones del cuarto Foro de la ONU sobre los Océanos y en la segunda Conferencia de la ONU sobre los Océanos, celebrada en 2022.

«La economía oceánica ofrece muchas oportunidades. Debemos encontrar el equilibrio adecuado entre beneficiarnos del océano y al mismo tiempo proteger sus recursos», declaró el Secretario General Adjunto de la UNCTAD, Pedro Manuel Moreno.

Invertir en nuevas oportunidades sostenibles

Un «Pacto Azul» global podría impulsar más inversiones en sectores sostenibles emergentes que podrían beneficiar a los países en desarrollo. El informe destaca dos sectores prometedores: el cultivo de algas marinas y los sustitutos del plástico.

El mercado mundial de algas marinas se ha más que triplicado en dos décadas, pasando de 4,5 mil millones de dólares en 2000 a 16,5 mil millones en 2020.

Las algas marinas no necesitan agua dulce ni fertilizantes para crecer. Se pueden cultivar en muchos países en desarrollo para obtener alimentos, cosméticos y biocombustibles, y constituyen una alternativa al plástico. Cada año llegan al océano 11 millones de toneladas de plástico.

Además de las algas marinas, en la naturaleza abundan muchos materiales sostenibles que podrían utilizarse para fabricar versiones ecológicas de las pajillas, los envoltorios de alimentos y otros productos de plástico que consumimos a diario.

La lista incluye materiales que muchos países en desarrollo tienen en abundancia, como el bambú, las cáscaras de coco, las plantas de plátano y los residuos agrícolas. Y sus comunidades poseen una gran riqueza de conocimientos tradicionales y culturales en el uso de estos materiales.

En 2020, el comercio mundial de sustitutos del plástico alcanzó los 388 mil millones de dólares, apenas un tercio del comercio de plásticos fabricados a partir de combustibles fósiles. Esto demuestra que existe un enorme potencial de crecimiento.

El informe pide a gobiernos y empresas que aumenten la financiación para la investigación y el desarrollo de sectores sostenibles emergentes en la economía oceánica.

Asimismo, insta a las empresas a invertir en los países en desarrollo para reforzar su tecnología, sus competencias y sus capacidades productivas, de modo que ambos puedan aprovechar las nuevas oportunidades que ofrecen los océanos.

Promover la diversificación de las exportaciones

Invertir en sectores oceánicos emergentes podría ayudar a los países en desarrollo a diversificar sus exportaciones.

El valor mundial de las exportaciones de bienes oceánicos, como el marisco y el equipamiento portuario, y de servicios como el transporte marítimo y el turismo costero se estimó en 1,3 billones de dólares en 2020.

 

La crisis de COVID-19 reveló el potencial y la capacidad de recuperación de algunos sectores y la extrema vulnerabilidad de otros. En general, las exportaciones de bienes marítimos, que cayeron un 3,2% en 2020, resistieron mejor que los servicios, que se redujeron un 59%.

La caída de los ingresos procedentes de los servicios oceánicos afectó a muchas comunidades costeras de países en desarrollo, que a menudo dependen de sectores como el turismo. La diversificación de sus exportaciones y actividades oceánicas es clave para aumentar la resiliencia económica ante futuras crisis.

Según el informe, los gobiernos deberían incluir el objetivo de promover una economía oceánica diversificada y sostenible en las estrategias de recuperación de crisis y en los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático.

Proteger las poblaciones de peces y la biodiversidad marina

Se calcula que en todo el mundo unos 35 mil millones de dólares de subvenciones públicas se destinan a actividades pesqueras.

Una parte significativa – unos 20 mil millones de dólares al año – podría contribuir a la sobrepesca aumentando la capacidad de la industria pesquera. Algunos ejemplos son las subvenciones al combustible o los incentivos financieros para comprar barcos con mayor capacidad de pesca.

Con el 34% de las poblaciones mundiales de peces ya a niveles biológicamente sostenibles, el informe insta a los países a ratificar urgentemente el Acuerdo sobre Subvenciones Pesqueras de la Organización Mundial del Comercio (OMC), adoptado el 17 de junio de 2022.

El acuerdo, que representa un gran paso para abordar la cuestión de las subvenciones que contribuyen a pesca ilegal, la pesca sobre poblaciones sobre explotadas y la pesca áreas no reguladas de alta mar, y entrará en vigor cuando dos tercios de los 164 miembros de la OMC depositen sus «instrumentos de aceptación».

Del mismo modo, el informe pide a los gobiernos que adopten y ratifiquen el acuerdo sobre biodiversidad marina fuera de las jurisdicciones nacionales, pacto el 4 de marzo de 2023. Mejor conocido como el «Tratado de Biodiversidad en Alta Mar», el acuerdo creará herramientas para el reparto justo y equitativo de los beneficios de los recursos genéticos marinos y establecerá zonas protegidas internacionalmente en nuestro océano.

Una nueva dirección

El Objetivo de Desarrollo Sostenible dedicado a la vida bajo el agua (ODS 14) es el menos financiado de todos los objetivos.

De 2013 a 2018, solo el 1,6% del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo – nos 2,9 mil millones de dólares anuales – se destinó a la economía de los océanos.

Esta cifra está muy por debajo de lo que se necesita para abordar la crisis de los océanos. Según estimaciones recientes, 175 mil millones de dólares al año será el mínimo necesario para alcanzar el ODS 14 en 2030, especialmente teniendo en cuenta el impacto de COVID-19 y otros reveses recientes.

También se calcula que una inversión de 2,8 billones de dólares hoy en cuatro soluciones oceánicas sostenibles – la conservación y restauración de manglares, la descarbonización del transporte marítimo internacional, la producción sostenible de alimentos basada en los océanos y la producción eólica marina – reportaría unos beneficios netos de 15,5 billones de dólares en 2050.

Sin un «Pacto Azul» global, será mucho más difícil alcanzar tales beneficios y las metas del ODS 14.

«Ahora es el momento de marcar un nuevo rumbo invirtiendo más en la construcción de una economía oceánica sostenible», afirmó Moreno.

 

Fuente : UNCTAD